Comedores sociales y algo más

La inestabilidad social y la crisis que padecemos ha llevado a muchas familias a estar en una precariedad económica, no teniendo dinero para hacer frente a las necesidades básicas entre las que se encuentra dar una alimentación equilibrada a sus hijos/as.

Con la llegada del verano, llegan también las ansiadas vacaciones, tras un largo curso escolar por fin se puede descansar. Pero el cierre de los colegios lleva asociado el cierre de los comedores escolares, en muchos casos el único lugar donde los niños/as pueden realizar una comida digna. Gracias a las políticas sociales muchos de los colegios mantendrán abiertos los comedores beneficiando así a numerosas familias, en algunos incluso podrán llevar la cena a sus casas.

Pero en todo este proceso, tan necesario e importante, hay un aspecto que se olvida o se pasa por alto por atender a lo más inmediato. Y no es otra cosa que el aspecto psicológico tanto de la familia como del niño/a, e incluso del entorno social en el que vive esa familia.

¿Cómo explicarle a los niños por qué tiene que ir al comedor escolar? ¿Cómo explicarle cuáles son las circunstancias de la vida que nos han llevado a esta situación?

Muchas familias optan por no explicar lo que sucede pensando que sus hijos/as no lo van a entender, que son muy pequeños. Y tal vez tengan razón, pero van creciendo y van observando cosas “raras” en su casa, cosas que no ven en las casas de sus amigos. Por otro lado, el entorno social, sus compañeros de colegio, sus amigos de juego, pueden hacer comentarios que no entienden y preguntando por ellos obtener repuestas vagas o superfluas. Todo esto no hace más que agravar la situación.

Por supuesto no cabe la posibilidad de no acudir a los comedores escolares, esa es la situación más importante que tiene que solucionar la familia. Pero sí hay que buscar fórmulas para hacer entender al niño/a la situación y dotar a la familia de las herramientas necesarias para explicar a sus hijos/as que está ocurriendo. Adaptando las explicaciones a la edad década uno.

En estas situaciones la ayuda profesional de la psicología se hace imprescindible, pero ¿Cómo van a solicitar ayuda profesional si no tienen dinero para alimentar a su familia?

Es desde las administraciones públicas desde donde debe venir esta ayuda para que las familias puedan hacer frente a los problemas sin sentirse estigmatizados y con herramientas suficientes para poder salir de él. Pero no es sólo necesaria la ayuda a la familia en cuestión, también es necesaria para la sociedad y en concreto para el entorno social. Ese entorno debe conocer las circunstancias y saber cómo actuar en esos casos. Desde los colegios se puede y, se deben, hacer actuaciones para fomentar lo solidaridad y evitar las posibles situaciones conflictivas de rechazo o estigmatización que pueden sufrir los niños/as.

Es tarea de todos que estas niños/as sufran lo menos posible y si desde las administraciones ya se han tomado medidas de urgencia, ahora toca tomar medidas a largo plazo para controlar los posibles efectos de esta situación. Es la psicología la que puede aportar más beneficios y de más larga duración, poniendo en funcionamiento programas psicológicos de distinta índole en ayuntamientos, comunidades y colegios se pueden ayudar a atajar estos problemas.

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